Andando por mi viejo barrio, anduve recorriendo esas viejas calles que me veían correr en esos juegos inocentes; muchos recuerdos, mis memorias, inundaron mi mente: el árbol tirado del baldío; el prado donde jugábamos al volley o al fútbol, cuando pelotas revente contra el cactus ese; la casita en el árbol de la esquina; ese terreno donde el mandiocal nos servía de escondite, donde hacíamos casas con esas plantas y jugábamos a ser indios que vivían de la naturaleza… Por fin, mi vieja casa, mi anterior hogar, más recuerdos volvieron a mí, fue como si se despertaran muchas cosas en mi interior… fue una rara sensación… Aquél viejo árbol de mandarina, recuerdo haberme caído de él y me golpee la cabeza (si, quizás ahí quedé así) ;-), “la planta de mango”, como le solía llamar, a pesar de que era el árbol más grande de todos, y la fruta, tgh que mangos… creo que nunca probaré frutas tan ricas, las otras no me parecen tener el mismo gusto.Mientras caminaba, me veía a mi mismo, 10 años atrás, jugando inocentemente, sin preocupaciones, sin obligaciones, sin las malditas responsabilidades que tengo ahora… dónde ha quedado esa añorada inocencia?  Esos juegos infantiles aún perduran, aunque no sé por cuánto, igualmente no son los mismos… Había jurado “crecer pero nunca madurar” pero creo que la misma sociedad me ha hecho cambiar, me ha hecho ser lo que hoy soy, quizás yo me dejé influenciar muy fácilmente… espero que no pase lo mismo con ese comportamiento infantil que suelo tener; amor ser niño y quiero ser niño; creo que eso es el alma de cualquiera que tenga una vida plena, eso da vida; cualquiera debería estar contento consigo mismo siendo así.Hoy me volví a encontrar, con 10 años menos, pero como hoy quisiera estar.