Se levanta el rojo en el cielo, el domingo por la mañana, iluminando las bardas cerca del río. Estoy a la deriva, inundado en recuerdos que nunca sucedieron. Sigo aquí oculto, desconocido, esperando, pero ¿esperando qué? El amor rompe mi inocencia, el niño en mí, nunca dejará de ser.
No es el futuro el que veo, interminable dosis de fantasía. Así que anda y se ese príncipe de crímenes, ¿las tentaciones te mantienen satisfecho? Aturdido por tus confusas señales, me sofoco, en tu máscara silenciosa.
Por arrancarme el corazón por la forma en que se siente, pero jamás vas a saberlo. Este corazón ya es de piedra. Este lujo no volverás a tener, anda, ponete esa máscara silenciosa y búscate otra víctima.
Déjame como otra víctima de tus crímenes, ya he jugado esto y, la verdad, ya no puedo soportarlo. No pude haber sabido que todos esos juegos, se quedarían conmigo por siempre. No importa cuánto lo haya intentado, nunca tuve una oportunidad.
No todo lo que brilla es oro, seguro que escuchaste eso muchas veces. Pues, las tumbas doradas también contienen gusanos. Y vos, estás lleno. No me vas a escuchar llorar porque yo también tengo una máscara silenciosa. Me dibujo una sonrisa y llevaré a cabo mi perfecto plan.
Sigo navegando en el lodo, dejando un rastro interminable. Las ánimas lloran al verme pasar y mis ojos contemplan las medallas de mi vida ficticia con asco. La vida sin sentido no es vida. Soñando con la victoria, la muerte será la gloria.
Conquistando nuevos mundos, he viajado muy lejos solo para encontrar lo que está cerca. Enfrentando la oscuridad, escapando la locura. Miles de anillos de fuego, un monasterio. Por fin, campanas de gloria. Sí, mi corazón podrá ser de piedra, pero sigue amando, porque alguien en algún puerto, me está buscando.
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