Voy a dejar la pesada mochila que contiene el trabajo, el puterio del día a día, el “ella dijo”- “él dijo”, las estúpidas preguntas, los celos innecesarios, nuestro histeriqueo contrastante, también la maldita situación de si somos o no somos… y todas esas porquerías— y me voy a la mierda.