Cuando las calles están vacías, me gusta caminar en el medio; cuando hay gente, camino entre ellas, las miro y poco a poco se me vuelven invisibles. Comienzo a entrar en ese mundo que llamo “mi mundo”, el mundo de mis pensamientos y mis recuerdos. Me acuerdo de un chiste, me rió sin importarme toda esa gente… me miran como diciendo “qué le pasa a ese tarado”… y no me importa. Se siente algo raro, no? Que todos te miren y seas el centro de atención por unos segundos.

         Una vez me fui descalzo al kiosco, y la chica me preguntó “¿Te robaron la chinela?”, como me cagué de risa de ella en la cara y no paraba eh, mientras ella me pregunto repetidamente por qué me reía. Igual, nunca más volví a salir descalzo. Bueno, si, una vez más… pero esa vez fue fea la cosa, porque íbamos en la camioneta y bueno, el hecho es que mi hermano, el del medio, tuvo un accidente y tuve que volver caminando en medio de los rayos del sol, con mi hermanito el más pequeño, mis pies se cocinaron. Ahí aprendí…

          Solo sabes que debes ir al doctor cuando algo malo te pasa. Estuve tres meses internado por una enfermedad de la maldita sangre, ahora ya estoy bien con eso, aunque me dijeron “No será la última vez”, y sé que tendré más de eso. Algún día sabrán más de esto, porque es algo importante en esa cosa que estoy escribiendo*. Otra, odio ir al doctor de dientes, el miércoles fue la última vez que fui y me extrajeron una muela; ahora tengo un pozo en el lado izquierdo de mi boca. El martes debo ir, nuevamente.

           Estas son cosas que pasan, ¿no? O es solo a mí.