Desde antes de mi concepción, estoy jugando el mismo juego, uno que la mayoría de vosotros también lo hace aunque de maneras muy diferentes. Este juego se llama CRECER.

El juego viene acompañado de algo llamado MADURAR, que nos viene de diferentes maneras y muy de a poco. Lo admito, soy un niño para muchas cosas pero lo suficientemente maduro para pocas otras. Y acá me quiero detener, porque analizar el crecer da para rato.

Para vivir solo hay que tener un cierto grado de madurez, cosa que yo no me lo plantee. Pero de última fue algo que estuve obligado a hacer, si quería seguir estudiando. Igual, no tengo por qué arrepentirme. La madurez necesaria, viene sola una que estas ahí.

Lastima, porque no es lo que quiero.

«Cuando los padres
se acostumbran a de dejar
que los niños hagan
todo lo que quieran…

Cuando los hijos
no tienen en cuenta más las palabras de ellos…

Cuando los maestros
tiemblan delante de los alumnos
y prefieren adularlos…

Cuando, en fin, los jóves
desprecian las leyes
porque no reconocen más sobre autoridad alguna
de nada y de nadie…

entonces esta ahí en toda su belleza y fuerza
el inicio de la tiranía

Platón (400.A.C.)»