
Cuando me vaya, sere un poema
Tengo un cigarro en la boca, café en la mesa, resaca.
Anoche maté a una persona, sigo creándome demasiados enemigos.
Aquí, justo en el pecho tengo un agujero del tamaño de su nombre. Nada le reprocho, de ser esa persona, yo tampoco me hubiera enamorado de alguien como yo.
Alguien que escribe versos en los espejos húmedos del baño, que demuestra más amor en las posdatas que en los besos que hay después de los orgasmos, alguien que usa el silencio como arma arrojadiza y mide el amor en suspiros como si fuera aire. Soy alguien muy observador y sé reconocer fácilmente cosas que la gente no siempre aprecia que se sepan. Siempre terminan preguntándose «¿Cómo lo sabe?». Esa capacidad de lectura de persona, me va a llevar a ser odiado.
Si unías con el dedo los lunares de su espalda y cerrabas fuertemente los ojos, podías ver tu propia muerte en tres dimensiones. Lo verdaderamente triste fue saber que yo no me iba a morir por esa persona.
Se peinaba con la mano, era un encanto y contaba delfines voladores para poder conciliar el sueño y me llamaba por cosas que no existen cuando yo estaba cansado de ser yo o decía «Me gustas» con los ojos cuando su lengua se ocupaba de mi boca o de otras partes…
Se peinaba con la mano y el flequillo con el aire de su aliento y jamás usaba cremas milagrosas para ser la persona más bonita de mis ojos. No necesitaba hacerse nada. Me encantaba así tal cual era.
Otro cigarro en la boca, otro café en la mesa, resaca. La soledad no es lo mismo desde que sabía que estabas.
Me invento un atajo a su cintura del comedor al baño, en el espejo aún yacen los últimos versos. "Si no te tengo, siempre serás el amor de mi vida"
Te tuve y fui cruel. Y es que nunca he sido capaz de escribir sin dolor.
– El día que me vaya por fin seré un poema-
Eso me dijo, con esa seguridad de quién sabía que donde empezaba su mundo
acababa el mío. Y es que además de tener belleza siempre fue una persona muy inteligente.
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Para ti, si, ahora |
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