Oscura, húmeda y semi desierta cafetería de carretera. Alejada del mundo, me fui a morir allí después de casi haberme hecho descubrir en la ciudad más cercana. No sé cómo pude perder el control y haber desangrado ese cuerpo tan fácilmente, debió haber sido el tequila. Por algo suelo evitarlo. Pero la chica rubia ojos azules, me inculcó a beberlo.

          Perdóneme usted, señorita camarera,  ¿tiene un poco de café? Apenas me mantengo en pie. Creo que tengo un problema, no duermo, solo sueño cosas inimaginables; mi vida se convierte en un torbellino silencioso que todo lo arrastra y el universo se vuelve pequeño para mis ansias de encontrar el lugar al que pertenezco.

          ¿Por qué me cuentas esto, muchacho?

          No señorita, no se sienta especial, se lo estoy contando a usted como se lo podría contar al señor que se está tomando té en la mesa del fondo.

          Pero…

          Soy un suicida, un fugitivo del mundo y de mi propia vida, no me venga con preguntas necias.

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          ¿Cuántos años tenés?

          ¿Importa? Llevo un poco más de un año vagando entre carreteras llenas de polvo y sin nadie, voy de hotel en hotel vagabundeando entre las sombras que se proyectan con la luz de la luna. Voy de bar en bar, buscando a mi próxima víctima, alguien que llene este vacío que llevo dentro, alguien que satisfaga mi sed…

          ¿Estás borracho? ¿Qué es ese olor?

          Sangre, pero eso ahora no importa… Mire, creo que ahora le pagaré la cuenta y me iré como he venido, pero por lo menos ya no seré tan anónimo como antes, como siempre, tiene que entender que a veces uno necesita transmitir su soledad.

          Grrr

          No se enfade ¿eh? Siéntase bien, me ha ayudado, aunque no lo crea.

          ¿En qué te ayude? ¡Estás loco!

          No, no sienta miedo ni piense que estoy loco. Solo soy un alma solitaria en busca de un fin que encaje conmigo. Buen café… Hasta nunca querida, aquí se despide un hijo de la noche.