
Nadie va a venir a salvarte
A nadie le importa realmente tanto como a ti el que te vayan bien las cosas, que tengas un título y una carrera, que sigas tu pasión, que tan inteligente o lindo te creas… lo único que realmente le importa a la gente es cuan útil le podes ser.
Te mereces lo que te has ganado con tus acciones, ni más ni menos, tu trabajo vale exactamente lo que los demás están dispuestos a pagar por él y ahora mismo estás donde deberías estar.
¿Y oportunidades? ¿Te quejas de oportunidades cuando has podido ir al colegio y a la universidad? ¿Cuando tienes acceso a hospitales, bibliotecas e Internet? ¿Cuando estás leyendo estas palabras desde tu iPhone? No me hagas reír.
Las oportunidades no las regalan: hay que ganárselas. Nadie te va a dar nada por tu cara bonita. Primero vas a tener de demostrar lo que vales.
Deja de ser una víctima. Basta de echarles la culpa a los demás repitiendo frases como “es que me despidieron” o “es que me quitaron los subsidios.”
¿Acaso alguien te obligo a entrar en esa empresa? ¿Acaso no sabías que te podían despedir en cualquier momento? ¿Esperabas que te regalen toda la vida los servicios?
El responsable eres tú, y han sido tus decisiones las que te han llevado hasta el punto en el que te encuentras. Bien, una ayuda de vez en cuando no viene mal pero ¿qué hiciste para no necesitar más esa ayuda?
Para cambiar tu situación, empieza por dejar de cargar tus problemas en la espalda de los demás. Asume de una vez que tú tienes el control de tu vida, que tú eres el único responsable de donde estás ahora y que tú eres el único que puede solucionarlo.
Hechos, no palabras
¿No tienes trabajo? ¿Te pagan una miseria? Seguramente haya un buen motivo para ello. Seguramente habrá miles de empresas que pudieran contratarte, pero eso será después que hayas producido algo y hayas demostrado lo que vales.
El nombre del juego es demostrar. ¿Qué puedes demostrar tú?
La idea en tu cabeza de que te mereces más de lo que tienes demuestra que no has entendido nada. Las palabras se las lleva el viento, así que menos hablar y más demostrar.
Porque nadie va a venir a salvarte; vas a tener que ser tú el que se gane la salvación.
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