Prisionera del último día
Este es el primer cuento que escribí, es un poco confuso, pero romántico.
Mira al horizonte, como esperando verlo llegar, ella lo espera. Cuando el sol se asoma, ella al lago va con un ramo de flores blancas que saca del gran árbol donde ellos estuvieron sentados la tarde de su partida. El lago ya le es cotidiano, nada puede cambiar que ella deje de esperar, porque su amado se fue una tarde a pescar en su canoa, ella no se animó a acompañarlo, él nunca regresó.
Las búsquedas fueron intensas, pero nadie supe qué pasó con él. Ella, de algún modo lo sabe, solo que no quiere admitirlo, sería como decir que está loca. Suelta el ramo de flores blancas, las deja flotar y las observa alejarse; y ella espera que su amor las encuentre, él sabrá que son de ella.
Las tranquilas aguas del lago, a veces le dan sueño y la hacen dormir… en sus sueños, él está junto a ella, acostado en aquél viejo árbol de flores blancas, siempre es aquélla dulce tarde, donde él se fue, se fue para no volver. Cuando despierta, ella se exalta al creer verlo, pero es solo el sol que comienza a reflejarse en el lago, la tarde va cayendo. Cuando llueve, las gotas golpean su rostro esperanzado, ella las escucha golpear contra el suelo y recuerda las veces que ellos jugaron bajo la lluvia y luego se calentaban con su propio calor corporal; ese recuerdo y la lluvia se vuelven lagrimas, ella piensa que es él llorando por no poder tenerla a su lado.
La noche cae y de regresó a su casa, ella ve las estrellas desde su ventana, se recuesta mirando por ella y observa a la luna, como la única testigo de su largo pesar. Ella sueña con él, siempre son viejos recuerdos, felices y con muchos matices: mañanas enteras junto a él, palabras que nunca podrá olvidar, “un te amo al acabar”, “un te quiero sin empezar”… A la mañana siguiente, todo comienza otra vez.
Ella nunca dejará de esperar, aunque sabe que su amado nunca volverá. Ella es prisionera del último día que vivió la vida, porque para ella, sin él no hay vida. Ella es prisionera del último día.
Bien, un cuento, ya me siento en mi terreno pa’ criticar :D. Debo igualmente hacer la salvedad de que ver la palabra «romántico» tan adelante me dio dolor de estómago je… temí caer en un típico cuento de ese género, donde la barrera entre «poesía» y «cursilería» es TAN difícil de ver, hasta para tipos que escribieron bocha (al menos a mí me pasa cuando los leo).
Pero no… supongo que lo que me compró fue la presencia de la ausencia (jojojo eso tiene más lógica de lo que esperaba), o sea, el tener esa separación como un personaje, o el hecho de que el flaco sea propiamente un recuerdo. Ya se acerca a una especie de tragedia, y ahí suelo encontrar más potencial a lo que leo, más allá de que acabo de hacer un comentario tan gótico que debería haberlo escrito con sangre 😛
Si bien es algo confuso -como decías-, creo que es más por una cuestión de experiencia, de tiempo. Es lógico, teniendo en cuenta que tenés 17 años, seguramente poco escrito y mucho por ir leyendo, escribiendo, corrigiéndote, y así hasta encontrar qué tipo de relato «te fluye». Particularmente la idea de este me gustó, tiene elementos para explotar (y hacés bien en meterte a contar sobre los sentimientos de la mina); algunos detalles están muy buenos, de hecho.
Como sugerencia, creo que algunas comas se deberían reemplazar por punto y coma (aunque seguro es porque soy un maniático del tema :P), y el único error que le veo es a la repetición del título en el final: si bien a veces está bueno jugar con eso, esta vez me sonó -a mí- como poco natural, medio forzado. YO, en MI caso :P, sacaría esa última oración.
Muchas gracias por tu comentario che :D, te re-invito (si es que existe la palabra) al foro que te dije en el otro comentario, por ahí podés conseguir más críticas y lectores.
Saludos!
Fernando