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Mis escritos

El misterio de los invisibles

29 de septiembre de 2020 No hay comentarios

Lo puedo sentir, pero no tocar. La atmosfera de tu amor rodeando algo que sé que está ahí y, por alguna razón, también sé que está acá.

Lo que existe, está más allá del velo de la noche. Tengo fe en lo invisible porque puedo escuchar el sonido de ancestrales himnos, puedo sentir escalofríos del frío viento y saborear el dulce de lo que alguna vez fue y se ha perdido.

Es el poder de los misterios invisibles, todos estamos viviendo un cuento resucitando a los caídos. Un poderoso suspiro de la catedral de mi corazón y me arrastra hacia el camino, guiando cada paso.

Estoy hipnotizado por cuan cómodo me siento en su presencia. Siento la mirada de los caídos, me están observando. Ellos me harán ver cuál es el paso hacia el destino, aunque los buenos siempre somos los sacrificios, nunca morimos en el interior. Seremos bienvenidos en los caídos y todos los poderosos misterios de los invisibles nos serán revelados.

Cuando los dioses están fallando, nosotros estamos ahí. Nuestras lágrimas se siguen derramando, pero prendiendo fuego a la lluvia. Cuando no encuentres el camino, solo cierra los ojos y sentirás el poder de los misterios invisibles.

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Written by: Pablus
Mis escritos Personal

Máscara silenciosa

27 de septiembre de 2020 No hay comentarios

Se levanta el rojo en el cielo, el domingo por la mañana, iluminando las bardas cerca del río. Estoy a la deriva, inundado en recuerdos que nunca sucedieron. Sigo aquí oculto, desconocido, esperando, pero ¿esperando qué? El amor rompe mi inocencia, el niño en mí, nunca dejará de ser.

No es el futuro el que veo, interminable dosis de fantasía. Así que anda y se ese príncipe de crímenes, ¿las tentaciones te mantienen satisfecho? Aturdido por tus confusas señales, me sofoco, en tu máscara silenciosa.

Por arrancarme el corazón por la forma en que se siente, pero jamás vas a saberlo. Este corazón ya es de piedra. Este lujo no volverás a tener, anda, ponete esa máscara silenciosa y búscate otra víctima.

Déjame como otra víctima de tus crímenes, ya he jugado esto y, la verdad, ya no puedo soportarlo. No pude haber sabido que todos esos juegos, se quedarían conmigo por siempre. No importa cuánto lo haya intentado, nunca tuve una oportunidad.

No todo lo que brilla es oro, seguro que escuchaste eso muchas veces. Pues, las tumbas doradas también contienen gusanos. Y vos, estás lleno. No me vas a escuchar llorar porque yo también tengo una máscara silenciosa. Me dibujo una sonrisa y llevaré a cabo mi perfecto plan.

Sigo navegando en el lodo, dejando un rastro interminable. Las ánimas lloran al verme pasar y mis ojos contemplan las medallas de mi vida ficticia con asco. La vida sin sentido no es vida. Soñando con la victoria, la muerte será la gloria.

Conquistando nuevos mundos, he viajado muy lejos solo para encontrar lo que está cerca. Enfrentando la oscuridad, escapando la locura. Miles de anillos de fuego, un monasterio. Por fin, campanas de gloria. Sí, mi corazón podrá ser de piedra, pero sigue amando, porque alguien en algún puerto, me está buscando.

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Written by: Pablus
Mis escritos

Cuando me vaya, sere un poema

10 de septiembre de 2020 No hay comentarios

Tengo un cigarro en la boca, café en la mesa, resaca.

Anoche maté a una persona, sigo creándome demasiados enemigos.

Aquí, justo en el pecho tengo un agujero del tamaño de su nombre. Nada le reprocho, de ser esa persona, yo tampoco me hubiera enamorado de alguien como yo.

Alguien que escribe versos en los espejos húmedos del baño, que demuestra más amor en las posdatas que en los besos que hay después de los orgasmos, alguien que usa el silencio como arma arrojadiza y mide el amor en suspiros como si fuera aire. Soy alguien muy observador y sé reconocer fácilmente cosas que la gente no siempre aprecia que se sepan. Siempre terminan preguntándose «¿Cómo lo sabe?». Esa capacidad de lectura de persona, me va a llevar a ser odiado.

Si unías con el dedo los lunares de su espalda y cerrabas fuertemente los ojos, podías ver tu propia muerte en tres dimensiones. Lo verdaderamente triste fue saber que yo no me iba a morir por esa persona.

Se peinaba con la mano, era un encanto y contaba delfines voladores para poder conciliar el sueño y me llamaba por cosas que no existen cuando yo estaba cansado de ser yo o decía «Me gustas» con los ojos cuando su lengua se ocupaba de mi boca o de otras partes…

Se peinaba con la mano y el flequillo con el aire de su aliento y jamás usaba cremas milagrosas para ser la persona más bonita de mis ojos. No necesitaba hacerse nada. Me encantaba así tal cual era.

Otro cigarro en la boca, otro café en la mesa, resaca. La soledad no es lo mismo desde que sabía que estabas.

 

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Me invento un atajo a su cintura del comedor al baño, en el espejo aún yacen los últimos versos. "Si no te tengo, siempre serás el amor de mi vida"

Te tuve y fui cruel. Y es que nunca he sido capaz de escribir sin dolor.

– El día que me vaya por fin seré un poema-

Eso me dijo, con esa seguridad de quién sabía que donde empezaba su mundo
acababa el mío. Y es que además de tener belleza siempre fue una persona muy inteligente.

 

   

—

Para ti, si, ahora

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Written by: Pablus
Mis escritos Personal

En su soledad

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El sol se va poniendo en la ciudad. El centro está infestado de personas que, a toda prisa, van de un lugar a otro. Las luces se van encendiendo para iluminar la oscuridad que dejó el sol al irse. No parece que fuera a haber luna esa noche, aunque aún era temprano, quizás aún se encontraba oculta detrás de los edificios.

Él se detiene en la plaza principal, observa a los niños, tan inocentes en los juegos y piensa cuánto desearía volver a esa inocencia. Comienza su regreso a casa. Ya un poco apartado del centro, cerca de su barrio, observa un grupo de niños que vuelven a su casa corriendo para llegar a tiempo a la cena y evitarse uno que otro reto de su madre. Nadie se conoce en realidad.

Y entre medio del montón de gente, camina él, un alma solitaria sin saber a dónde dirigirse. Sus pasos resuenan diferente a los de los demás, porque no lo mueve ni la prisa ni la necesidad, tampoco la obligación pues no tiene (ni sabe) bien a dónde ir.

De vez en cuando, mientras camina, balancea las manos al ritmo que mueve sus pies mientras tararea el estribillo de una canción con la mirada perdida, señal que está totalmente sumido en lo más profundo de sus pensamientos. Recorre media ciudad sin prestar atención a lo que hay a su alrededor porque no es lo que le interesa. Tampoco sabe qué es lo que le interesa realmente y menos qué quiere.

Voltea la cabeza, mira a un punto fijo durante unos segundos y se da cuenta que ahí está él. Ese amigo que ya no es tan amigo, pero él aún lo aprecia como para tenerlo en cuenta aún cuando ese amigo parece ya no importarle.

Se deja caer recostado sobre la pared de un callejón para no tener que verlo. Le caen un par de lágrimas, se sonroja, se seca el sudor en la frente y cierra los ojos. Millones de recuerdos pasan por su mente a una velocidad vertiginosa. De golpe, abre los ojos, se seca las lágrimas y se promete a sí mismo, como tantas otras veces, que la indiferencia va a hacer tripas su corazón para sustituir al dolor.

Sacando fuerzas de ese último pensamiento se levanta y echa a caminar con dirección a casa. Y al entrar a casa, saluda con normalidad, se quita el abrigo y las zapatillas y sube las escaleras para refugiarse en su soledad, allí donde nadie lo pueda juzgar.

En la soledad de mi habitación, donde puedo ser yo mismo.-

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Written by: Pablus
Mis escritos

Desde un estante polvoriento

7 de septiembre de 2020 No hay comentarios

Desde un estante polvoriento, mi diario sigue con páginas en blanco. Allí espera cada noche para ser rellenado con las banales vivencias del día, pero que en sus hojas parece tomar un nuevo significado. Un significado de vida.

El ruiseñor sigue encerrado en su jaula, la profunda bocanada de aire que aspiré todavía envenena mis pulmones. Luego de escribir algunas líneas, suelo tomar una siesta en la ciudad fantasma de mi corazón. Hay alguien que ocupa mis pensamientos, alguien que sueña con los cuentos y las criaturas del río, con los fantasmas y con las sirenas, con los viejos poemas de Whitman, con locos arlequines y juguetes gigantes.

En síntesis, es un libro sobre mí. Poderosas palabras que forman mi propia vida, un verso sobre mí, un verso necesario pronunciado por un corazón puro cuya lectura podría traerme la paz. Ese gran corazón que descansa y lentamente muere. Ese gran corazón que descansa sobre el ala de un ángel. Ese gran corazón que descansa en sigiloso sufrimiento, sonriendo como un payaso hasta que termina el espectáculo.

Pero para el bis sólo queda la vieja canción del niño muerto cantada en silencio. Un vuelo de medianoche hacia el bosque de Covington; por estos territorios vivo y daría todo por amarlos aún más. Una lectura silenciosa, una obra maestra, pero vacía, comenzando en 1, 2, 3…

Veo a un muchacho normal caminando lentamente por una calle concurrida, pidiendo dinero en la lata que lleva en su mano temblorosa, mientras intenta sonreír y sufre infinitamente. Nadie se da cuenta. Yo lo hago, pero paso de largo.

Un viejo se desnuda y besa a una muñeca de plástico en su ático. La luz es tenue y él llora. Cuando por fin acaba, sus ojos se desbordan.

Veo un perro maltratado en una calle oscura. Intenta morderme. Todo orgullo ha abandonado sus ojos salvajes.

Una madre visita a su hijo y le sonríe por entre los barrotes de la prisión que lo mantiene cautivo por sus crímenes. Pero ella nunca lo ha amado tanto.

Una chica obesa entra conmigo en un ascensor, vestida a la última moda, con una mariposa verde en el cuello. Su perfume, terriblemente dulce, me ensordece. Va a cenar sola y eso la hace incluso más hermosa.

Veo el rostro de una modelo sobre un muro de ladrillo, una estatua de perfecta porcelana contra una violenta matanza en la ciudad. Una ciudad que rinde culto a la carne.

Lo primero que escuché en mi vida fue a un hombre contar su historia. Eras tú, la hierba bajo mis pies descalzos, la hoguera a altas horas de la madrugada, el celestial negro del cielo y el reflejo de la luna en el mar. Éramos nosotros, vagando por las calles lluviosas, peinando las playas atestadas, despertando cada mañana ante un nuevo panorama de dudas. Éramos nosotros, bañándonos en lugares que nadie ha visto antes, ahogados en una isla pintada de marrón otoñal, vestidos solamente con las olas: el mejor atuendo de la belleza.

Más allá de la mortalidad, permanecemos, acunados por la respiración de la naturaleza en el aire temprano del amanecer de la vida, una visión que hace callar los Cielos. Quiero viajar allá donde la vida viaje, siguiendo su permanente liderazgo; donde el aire sepa a música de nieve, donde el campo huela al Edén recién nacido. Me bañaría en un mundo de sensación, en el amor, la bondad y la simplicidad (sin embargo me viola y apresa la tecnología).

El único momento en que sentí verdadero amor fue cuando pensé en las tumbas de mi familia. Ese amor es único, pues nunca seré el hombre que fue mi padre, aunque lo intente tan duramente y siga sus pasos.

¿Cómo puedes «simplemente ser tú mismo» cuando no sabes quién eres? Deja de decir: «Sé cómo te sientes». ¿Cómo iba a saber alguien cómo se siente otra persona?

Igualmente, ¿Quién soy yo para juzgar a un preso, indigente, prostituta, político, malandra?  Yo soy, tú eres, todos ellos.

Nunca hasta entonces había estado tan cerca de la verdad, tocando su borde plateado, hasta el día en que un niño me pregunto si podía jugar con él.

La muerte gana en todas las guerras: no hay nada noble en morir por tu religión, por tu país, por ideología, por fe. Por otro hombre, puede que sí.

El papel muere sin palabras, la tinta se seca sin un poema. El diario no se abrirá esta noche y seguirá juntando polvo en su estante. El mundo muere sin historias, sin amor y ocultando la belleza. El realismo descuidado cuesta almas.

Veo todas esas cunas vacías y me pregunto si el hombre cambiará algún día. Yo también deseo ser un hombre decente, pero todo cuanto soy es humo y espejos. Lo he dado todo, quizá merezca algo.

Releo entre líneas y cierro la tapa. El diario regresa a su estantería. Y ahí residirá para siempre.

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Written by: Pablus
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